Sinopsis

La biografía del Arzobispo de Caracas, Rafael Arias Blanco, le ha sido propicia al historiador Manuel Donís Ríos para analizar, paralelamente, momentos claves y asuntos controversiales de la Iglesia Católica en años decisivos a lo largo del siglo XX, asuntos como las relaciones entre la Iglesia y el Estado y dentro de la propia jerarquía eclesiástica.
Arias Blanco fue un prelado que hizo historia. A los 31 años, ya el Papa Pío XI lo había consagrado obispo. De modo que desde joven se perfiló como figura relevante de la Iglesia. Su muerte también temprana en un accidente automovilístico en compañía del obispo José Humberto Paparoni, quizás frustró un destino de mayores proyecciones.
Cuando se piensa en Arias Blanco se piensa en 1957. Se piensa en los tiempos de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez; lo primero que salta a la memoria es la histórica Carta Pastoral que ese año retumbó como un campanazo. En palabras de Gabriel García Márquez, en la revista Momento, citado por Donís, «desde las solemnes naves de la catedral metropolitana hasta la destartalada iglesia de Mauroa, en el territorio federal amazónico, la voz de la Iglesia ‑una voz que tiene 20 siglos‑ sacudió la conciencia nacional y encendió la primera chispa de la subversión».
Éramos un país fuera del tiempo, la censura persistente había borrado toda posibilidad de discrepancia; remaba el miedo cuando Venezuela escuchó aquella Carta Pastoral que denunciaba las inequidades sociales prevalecientes en un momento de grandes riquezas y mal gobierno. Se tuvo la impresión de que entonces se iniciaba el derrumbe del régimen. Sucesos históricos de tal entidad, analizados con precisión por Donís Ríos, le otorgan a esta biografía credenciales notables en la interpretación del personaje y del tiempo que le tocó vivir.
Simón Alberto Consalvi
Caracas, 2006