Saludo

Pedro Gual

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Ficha técnica

Título: Pedro Gual
Colección: Biblioteca Biográfica Venezolana, volumen 35
Autor: José Alberto Olivar
Editorial: El Nacional / Fundación Bancaribe, Editorial Arte, Caracas, 2011
Número de páginas: 118
Formato: pdf

 

Sinopsis

Pedro Gual fue uno de los intelectuales venezolanos de mayor relevancia a lo largo de una historia de medio siglo. Enviado por Miranda a Estados Unidos para solicitar ayuda en vísperas del derrumbe, allá se encontró con Palacio Fajardo y ambos se entrevistan con el secretario Monroe y con el presidente Madison.
Como ministro de RR.EE. de la Gran Colombia, Gual vivió los tiempos de la Santa Alianza, la Doctrina Monroe y el Congreso de Panamá. Fue el plenipotenciario que representó a Colombia en la reunión anfictiónica del Istmo y quien definió los grandes principios del proyecto. Estos datos bastan para que su biografía suscite el más vivo interés por su figura y por su obra. El joven historiador José Alberto Olivar investigó su trayectoria, exploró sus ideas de gran diplomático y de equilibrado político, para escribir esta biografía que lo retrata a cabalidad.
Cuando aquellos grandes designios fracasaron, tiempo después de la disolución de la Gran Colombia, Pedro Gual regresó a su tierra. En su espíritu alumbraba el fuego de su tío Manuel, el compañero de José María España en la gran conspiración de finales del s. XVIII que terminó con el ajusticiamiento de este. Habían trascurrido 30 años desde que en 1814 abandonó Venezuela. Al volver en 1848, José Tadeo Monagas iniciaba el gobierno dinástico que tendría un final turbulento. A la caída de Monagas, en el 58, Gual ocupó la Presidencia por siete días, mientras llegaba de Valencia Julián Castro. Como designado, asumió la Presidencia en la crisis de 1859, y por tercera vez, tras la renuncia de Manuel Felipe de Tovar, en su calidad de vicepresidente. El 29 de agosto de 1861 un grupo de sargentos lo derrocó para entregarle el poder al general Páez. Como anota Olivar, el que había servido bajo Miranda, Bolívar y Santander, en Venezuela se sentía como un náufrago.
Simón Alberto Consalvi
Caracas, 2011